martes, 22 de mayo de 2007
lunes, 14 de mayo de 2007
¡'Papá' quiero ser artista!
Los niños prodigio existen desde mucho antes que nosotros (los componentes de medios musicales) hubiésemos nacido. Crecimos viendo las películas de Marisol, aquélla niña rubia de ojos azules que nos hizo cantar a todos ‘la vida es una tómbola, tom- tom- tómbola’. ¿Y quién no recuerda a Joselito y a los doce cascabeles de su caballo? Y así podemos nombrar a infinidad de niños que a muy temprana edad se convirtieron en artistas.
Hoy, hemos cambiado los cascabeles de Joselito por los pompones de María Figueroa, esa pequeña malagueña de cuatro años (¿o ya son cinco o seis años?) que se desenvuelve en el plató de Juan y Medio como ‘Pedro por su casa’.
Hace pocos días encontramos a la María Figueroa de Rumanía, se llama Cleopatra Stratan y tiene tan sólo cuatro añitos, aunque lleva desde los tres destacando en el mundo del artisteo y la parafernalia, gracias al impulso de su padre, rockero conocido en su país.
El fenómeno ‘Cleopatra’ supera con creces a cualquiera de los niños prodigio que poseemos en nuestro actual panorama musical. Esta pequeña rumana ha conseguido llevar su canción ‘Ghita’ al primer puesto de las listas de ventas de su país, y además de ser la niña más pequeña en grabar un disco, ha ganado tres premios MTV Rumanía, el de mejor canción, mejor álbum, y el de artista revelación. Todo un récord en el panorama musical, así como un fenómeno que ha movilizado a millones de seguidores a través de la publicación de su videoclip en Youtube. Éste ha sido visto por más de millón y medio de internautas de todo el mundo, y su disco supera las 250.000 copias en Rumanía. La máquina de hacer dinero no tiene freno ninguno, Cleopatra cobra 1.000 euros por cada canción que canta en un concierto, cuando el salario medio de su país ronda los 300 euros, ¡que se dice pronto!

Por un lado, apoyamos el hecho de que los niños dediquen parte de su tiempo a la música, que graben discos y videoclips, e incluso que aparezcan en televisión, siempre y cuando sea en programas con contenido infantil o dirigido a un público joven, y mientras que esta faceta no se convierta en explotación comercial por parte de los padres. Lo más importante es que al niño en cuestión le guste lo que está haciendo y que no se sienta ni presionado ni obligado. Y si además se le inculca que tiene que compaginar su faceta artística con su formación académica, así como vivir una infancia ‘normal’, estamos de acuerdo con la aparición de los ‘niños artistas’.
Bien es cierto que en el momento en el que un niño se convierte en cantante y por consiguiente en fenómeno mediático, los medios son los primeros en intentar lucrarse y beneficiarse de ésto. No queremos entrar a juzgar moralmente este punto, puesto que somos conscientes de que nos encontramos en una sociedad en la que el dinero lo mueve todo. Mientras que los medios musicales respeten la infancia del niño, y se le promocione sin sobrepasar ciertos límites, no nos parece desorbitado que los medios apoyen a estos pequeños cantantes.

Finalmente, para concluir nos preguntamos ¿qué razón nos lleva a este tipo de consumo musical? La respuesta es: el entretenimiento y la ‘gracia’ que nos hace ver a un pequeño de cuatro años, la edad graciosa por excelencia, cantando, bailando, y creando espectáculo gracias a su desparpajo y a la parafernalia que le rodea. Los espectadores somos los primeros en fomentar este movimiento musical, y después, son los medios de comunicación los encargados de la explotación y promoción, en muchas ocasiones exagerada y rallante, de estos jóvenes cantantes, a los que, además, se les paga cantidades desorbitadas de dinero que no están compensadas por su condición de niños. Al fin y al cabo, para estos pequeños el mundo de la música no deja de ser un juego divertido en el que cantan, bailan y disfrutan mientras todos les reímos la gracia.
lunes, 7 de mayo de 2007
Medios de ¿Comunicación?

De una parte, la tan traída y llevada cuestión de la presencia de la violencia en los medios de comunicación, en forma de series de televisión, dibujos animados, películas, videojuegos, etc., que muchos consideran como un problema y una de las causas de la violencia entre los jóvenes y en la sociedad en general; pero que también podría considerarse como un reflejo de la violencia presente en las sociedades actuales, es decir, que no son una causa de esta violencia en la sociedad sino más bien consecuencia de la misma.
Por otra parte, y no menos importante, la repercusión que se da en los medios a este tipo de hechos, que es mucha, y que parece ir cada vez en aumento.

Por otro lado, la repercusión que dan los medios al tipo de casos como el que nos ocupa, es del todo desorbitada y el tratamiento incorrecto desde la raíz. No es admisible desde nuestro punto de vista la emisión de los vídeos que el homicida grabó entre sangría y sangría en exclusiva por la NBC, emisión que han secundado otras muchas televisiones. No pensamos que sea positivo este tratamiento, esa forma de darle importancia y protagonismo a seres tan deleznables como el que ha cometido este atroz asesinato múltiple. Si es información necesaria o no, no vamos a juzgarlo nosotros. Pero desde luego es indignante el tratamiento de las imágenes como si de una colección por fascículos se tratara.
Como conclusión, diremos que la violencia en los medios se trata de manera totalmente inadecuada y repugnante en ocasiones. No obstante, tampoco pensamos que sea la causa de este tipo de sucesos, es decir, no por ver series de contenido violento o jugar a videojuegos que incluyen la violencia la gente sale con un arma y mata a treinta personas. Pensamos que es necesario que previamente esa persona tenga algún tipo de trastorno que le venga de antes. Sin embargo, todo esto puede colaborar a una espantosa sociedad donde la violencia tenga cabida. Cabida que por otro lado se le da cuando desde los medios se dota a estos personajes de la condición de importantes, y adquieren el protagonismo que de alguna manera buscaban.
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